martes, 28 de agosto de 2012

A VUELTAS CON LA MANIPULACIÓN DE LA REALIDAD



En la miniserie “Los Kennedy”, estrenada recientemente con desmesurada publicidad en la televisión estadounidense (varios canales del cable la anunciaban sin respiro en abrumadora  promoción y repetían y repetían sus capítulos), los productores y guionistas no tomaron  en cuenta para nada que la inmensa mayoría de las generaciones de norteamericanos testigos del vil asesinato de John F. Kennedy, el Presidente mártir, el 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas, NO CREE desde hace muchos años en el kilométrico informe de la Comisión Warren, que supuestamente investigó el magnicidio, y que identifica a Lee Harvey Oswald como el único y solitario autor del atentado, descartando que el asesinato haya respondido a una conspiración.

Minutos antes del magnicidio del 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas.Minutos antes del magnicidio del 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas.La miniserie tampoco toma en consideración las conclusiones a las que llegó en 1979 una Comisión Selecta de la Cámara de Representantes estadounidense, la cual a través de un estudio científico acústico determinó que hubo más de un tirador en Dallas y, por lo tanto, SÍ hubo conspiración, lo mismo que en la muerte de ese inmenso adalid de los derechos civiles que fue Martin Luther King, hijo, asesinado en abril de 1968, dos meses antes del asesinato de Robert F. Kennedy.

No obstante, la investigación congresual  añadía  que el segundo tirador no había dado en el blanco, conclusión que se contradice con las pruebas forenses. A Oswald se le sitúa en una ventana a espaldas de Kennedy, en tanto que la herida mortal que sufrió el Presidente le voló la parte posterior derecha de la cabeza, salpicando con sangre y tejido cerebral al policía de motocicleta situado en la parte trasera e izquierda de la limosina, lo cual confirma que el disparo fue hecho desde un ángulo frontal-lateral y no desde atrás. Ninguna bala produce al entrar semejante daño, sólo al salir. La enorme herida sufrida por Kennedy en la parte posterior-derecha de la cabeza fue corroborada, entre otros, por el primer médico que lo asistió en el hospital Parkland, de Dallas, el Dr. Charles Crenshaw. Hay testigos, entre ellos Ed Hoffman, persona sordomuda, que vieron a un sujeto con un fusil detrás de la empalizada o cerca de madera próxima  al famoso montículo de hierba o “Grassy Knoll”, situado delante y a la derecha de la trayectoria de la limosina presidencial.

La miniserie, que ratifica todos los puntos claves del oficialismo: el Informe Warren, nos presenta a Oswald yendo ese día al trabajo con un largo paquete. Le dice al compañero que lo lleva en su auto al  depósito de libros que se trata de barras para una  cortina. Lo vemos asimismo preparando con cajas en el sexto piso el llamado nido del francotirador, es decir, que productores y guionistas recalcan ante las nuevas generaciones, en el más acabado estilo de Orwell y su Ministerio de la Verdad, pero con mayor sutileza, la solitaria culpabilidad de Oswald, cuando desde hace años se duda incluso de que él haya hecho un solo disparo ese día, y que al ser detenido se auto calificó de “chivo expiatorio”, una 48 horas antes de que Jack Ruby, vinculado al Crimen Organizado, lo asesinara en la cárcel de Dallas de un balazo en el estómago. Si no recuerdo mal, una obra del escritor William Manchester, señala que alguien le aplicó respiración de boca a boca a Oswald, lo cual, en heridas de bala en el estómago, resulta mortal por la hemorragia que provoca.

Productores y guionistas de la miniserie “Los Kennedy” callan asimismo que Oswald, que era un vago consuetudinario, hubiera obtenido empleo en el depósito de libros cuatro semanas antes del magnicidio y que este trabajo no lo hubiera conseguido él sino que se lo habían conseguido. ¡Qué oportuno!  Un estudio de la personalidad y circunstancias de Oswald dan la medida exacta de haber sido no un chivo expiatorio, sino un autómata, un robot, cuyas piezas fueron muy sabiamente montadas progresivamente para desvirtuar la verdad sobre el magnicidio. Veamos esto muy sucintamente. Cuando estaba en las Fuerzas Armadas estadounidenses, Oswald fue destinado a una base aérea en el Japón. Creo recordar que era una base de los aviones espías U-2. Luego desertó y se fue a la Unión Soviética. Allí se casó con una mujer rusa. Regresó a Estados Unidos y no tuvo que enfrentar pena alguna por su deserción. Se vinculó en Nueva Orleans con gente que había pertenecido o pertenecía a cuerpos investigativos y de inteligencia norteamericanos. Se proclamó públicamente y por televisión marxista-leninista y defensor de Fidel Castro, llegando a protagonizar incidentes de violencia con cubanos anticastristas residentes en Nueva Orleans. Meses más tarde regresó a Dallas, donde vivía su mujer, y lo pusieron a trabajar en el depósito de libros. Desde Dallas, ¡y por correo!, adquirió el viejo fusil italiano que, según el Informe Warren, utilizó en el atentado alguien que era un mediocre tirador. No sólo esto sino que “se dejó retratar” empuñando el fusil. Esta foto fue publicada en la portada de una revista. Expertos norteamericanos en fotografía, independientes, determinarían más tarde que la foto era un montaje, donde al cuerpo de otro sujeto se le había colocado la cabeza de Oswald. Además, ¿Quién pudo violar la ley de Texas y llevarse el cadáver de Kennedy sin haberle practicado la autopsia? ¿Quiénes tenían el poder para ordenar que se lavara la limosina y el traje que llevaba puesto el Presidente sin un previo examen forense, el cual hubiera podido establecer la trayectoria de las balas a través de la salpicadura de la sangre? ¿Quiénes robaron el cerebro de Kennedy de los Archivos Nacionales? ¿La Mafia? ¡Por Dios!

Recurriendo a diferentes sutilezas, magistralmente distribuidas en los capítulos y sus flashbacks, la miniserie  “Los Kennedy” dirige distintos mensajes subliminales a las nuevas generaciones: a) El magnicidio pudo haber sido organizado por la Mafia por venganza o para neutralizar la implacable persecución de Robert F. Kennedy, Fiscal General de la nación, contra el Crimen Organizado, borrando así toda noción de complicidad plutocrática; b) John F. Kennedy era un incorregible mujeriego que engañaba y hacia sufrir a su esposa, lo cual, incluso en los tiempos de ahora, de “everything goes”, supone cierto descrédito; c) Entre los medicamentos que utilizaba para sus padecimientos en la espalda, sufridos en el Pacifico durante la Segunda Guerra Mundial, John F. Kennedy empleaba inyecciones de anfetaminas que, junto a las metanfetaminas, figuran hoy como drogas muy populares entre los infelices drogadictos. El mensaje indirecto a la juventud ganada por Tanatos: “Si el Presidente usaba anfetaminas hace más de 50 años, por qué no puedo usarlas ahora yo también”;  d) A su llegada a Dallas, un periodista le pregunta si proyecta retirarse de Vietnam. La pregunta no venía al caso. Se sabía ya que Kennedy había ordenado el retiro de mil asesores militares. Ningún gobernante que planee ir a una guerra procede de ese modo; y e) La sugerencia de que Marilyn Monroe pudo haberse suicidado por la aguda depresión que le produjo el hecho de que el Presidente quisiera a toda costa terminar su relación con ella, lo cual le comunica Robert F. Kennedy durante una escena, totalmente ridícula, en que la actriz le pega una bofetada al Fiscal General de Estados Unidos. ¿Cómo trascendió lo de la bofetada? Se sabe que Marilyn, persona no muy equilibrada y muy sufrida, vivía angustiada porque ya tenía 36 años y su belleza y celebridad estaban decayendo. 

El programa tampoco informa a las nuevas generaciones que John F. Kennedy también se enfrentó con sumo coraje a los poderosísimos intereses del acero, del petróleo y de la industria médica, aunque si reconoce la decisiva intervención de ambos hermanos para acabar con la oprobiosa discriminación racial.

El último capítulo de la miniserie, el que narra el asesinato de Robert Kennedy la noche del 4 de junio de 1968, es muchísimo más moderado y consecuente con la verdad, a través del silencio. Robert Kennedy fue asesinado en el hotel Ambassador de Los Angeles justamente después de haber ganado las elecciones primarias de California. Siendo, como era, senador por Nueva York, el triunfo californiano significaba que las puertas de la Casa Blanca parecían estar muy abiertas para él. La mesura del programa estriba en que no menciona para nada las circunstancias físicas del asesinato ni tampoco al individuo que cumple prisión por el mismo. ¡Hicieron bien! Si se hubieran referido a tales circunstancias, hubiesen tenido que decir que el sujeto condenado por el crimen jamás y nunca estuvo situado a espaldas del senador y que la bala que mató a Robert F. Kennedy penetró por detrás de uno de sus oídos. Hubieran tenido que explicar también lo que nunca ha tenido explicación. ¿Por qué desaparecieron de los archivos de la policía de Los Angeles cientos de fotografías tomadas durante el asesinato?

Termino expresando con admirada indignación que la miniserie “Los Kennedy” es una genialidad en la  manipulación de la verdad histórica y pronosticando que recibirá premios numerosos,  broche final a tan magistral desinformación.

Por Alejandro Vilela G

lunes, 27 de agosto de 2012

CRIMENES RITUALES AHORA EN ESPAÑA

No solo se trata ya de una aplicación del la verdadera ciencia de la vida, sino que se trata de una constatación empirica, que se hacen no pocos esfuerzos en ocultar, el que en españa estamos viviendo una marejada continua de crimenes rituales.

Digo verdadera ciencia de la vida, pues existen modos de articular el pensamiento causal que son mentiras; meras fabulaciónes y quimeras soportadas sobre su mera apariencia aseptica. Vease esa ciencia llamada economia, cuyo parecido con la realidad es mera coincidencia, pues lamentablemente la realidad nunca suele ser la ideal, o al menos no proxima a la forma idealizada que tenemos de ella. Tambien estan por ahy el estudio de la conducta humano bajo la perspectiva de una psicologia-socialdemocrata, tremendos comecocos con mucho recorrido en todo lo que es el genero de ficción. Se vive en realidad en una epoca en la que la ficción a ocupado el sitio de la realidad; por tanto las causas no son entendidas, porque la representación de la realidad es impropia. Así prolifera toda esa dialectica del absurdo, el absurdo y la nada son las tablas de la ley en un mundo que se representa de forma impropia. A uno el absurdo le ha de venir con gran facilidad cuando la esfera que cree tener en las manos, tiene los vertices puntiagudos de un cubo.

 Pues bien, para aquellos que tratamos de comprender la verdadera ciencia de la vida no nos es costoso asumir que en estos años de decadencia, de incompetencia policial, pusiliminad judicial, resurjan de nuevo los crimenes rituales e infanticidos. Es una consecuencia directa, cómo la propia ley de la gravitación universal. Y todo eso se esta produciendo ahora, mientras la poblacion sigue viviendo en la fachada de ese edificio derruido al que llaman constitucion, es más, un edificio que siempre fue unicamente fachada.

Que la verdad puede permanecer oculta no es nada nuevo. Es bien sabido que se omiten los suicidios en los noticieros pues deben de incitar a que haya más, aunque realmente se esconden otras causas menos "bienintencionadas" (el terrorista refuerza el poder -> el bonzo lo cuestiona). Lo cierto es que la magnitud de esta ocultación es de por si enorme, pues el suicidio constituye la primera causa de muerte externa (violenta) en españa, por encima del homicidio y de los accidentes de trafico.

fuente

Por tanto llega la hora de hablar de otra de las grandes ocultaciónes de nuestros tiempos, escandalosa, que cada vez es más evidente y estamos hablando de los niños desaparecidos.

8000 denuncias al año

Moloch del que ya he hablado en alguna ocasion, antigua deidad, una forma pre-yahve antes de que algunos profetas se opusieran al sacrificio de los propios hijos vease ruth y jose, como forma de agradar no ya al creador sino a toda una cosmovision de la existencia. Costumbre y articulación de la psique que ha seguido siempre latente en festividades y otras forma des sacrificio ritual. Su efigie sigue hoy dia reciviendo la sangre de esos niños desaparecidos, de una forma cada vez mayor, y de formas diferentes, aunque esencialmente identicas.